La mañana amaneció nublada pero sin llover y la cocinera de Santiago a la que pido perdón por no recordar su nombre, nos había preparado un desayuno impresionante teniendo en cuenta donde estábamos. Nos hubiera encantado contratarla para el resto del viaje y de hecho se lo preguntamos si vendría pero dijo que no porque tiene un niño de cinco meses y que ahora no lo había traído por la lluvia. Eva, casi te quedas sin tu plaza, jajaja. Por la noche había habido un follón tremendo en la familia, el marido de la mujer que le dijo que ya no era su mujer, había tirado la casa de la mujer y la madre de él se enfadó mucho, así que ahora estaba todo revuelto y la mujer que se quería divorciar estaba sentada sola sin hablar delante de su casa que tenía el techo hundido. Al regresar hacia el río, lo hicimos por otro camino diferente y pudimos ver que relativamente cerca había otro poblado al que iban por la noche. Los pequeños arroyos del día anterior, con la lluvia ahora eran arroyos enormes en los que te veías obligado a cruzar con el agua casi hasta la rodilla y con un palo largo en una mano para ayudarnos por las ramas y piedras que había. Emilio iba llevando sus cosas y caminaba como uno más sin una sola queja, todo un fenómeno. La vuelta en la canoa con la corriente a favor, favoreció un regreso más rápido pero igual de bonito que a la ida. La verdad es que lo pasamos realmente bien y haber vivido estas horas en la selva ha sido fantástico y seguro que vuelvo. Cuando volvemos todos en el coche hacia el hotel, en el control, que nunca nos dicen nada, van y nos paran. Un policía con cara de pocos amigos nos pide el pasaporte y como no los tenemos porque los tiene Jordi, nos hacemos los locos, que no entendemos absolutamente nada de ningún idioma que no sea el español y le repetimos que somos turistas y el nombre del hotel. El agente algo mosqueado entonces nos pide los papeles del coche y me doy cuenta que me los he dejado en el hotel, así que seguimos con el paripé, el tío nos grita, nos insulta, intenta abrir mi puerta para hacernos bajar pero no pudo abrirla porque está un poco dura últimamente. Yo sonriendo todo el rato y diciéndole que no entendía que me decía y él que se ponía más nervioso. Menos mal que pasó una moto y se fue para pedirles la documentación, así que nosotros tranquilos ahí esperando a que volviera a ver que nos hacía pero de repente vino el que debía ser el jefe del puesto y nos dijo que nos fuéramos pero no nos atrevíamos porque como no sabíamos que era el jefe, pues por si las moscas pero le vimos hablar con el otro y hacernos nuevamente señas para irnos, así que arrancamos y diciendo adiós amablemente nos fuimos. Como es la fiesta del trabajo sabíamos por Santiago que hacían una especie de desfile en el pueblo, por lo que al llegar al hotel, pedimos permiso para poner las tiendas a secar en el jardín y nos fuimos pitando a verlo. La verdad es que estuvo muy entretenido aunque hacía bastante calor. Desfilaron diferentes pastelerías llevando panes en la mano, la asociación contra el sida que regalaba condones, los trabajadores chinos que hay por aquí, los taximotos, etc., todo el mundo estaba allí o bien participando o bien viéndolo y por supuesto, el desfile era ante todas las autoridades de la ciudad.1 de mayo de 2012. Kribi
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